¿Les cuento?

Ayer, o esta madrugada (no me percaté de lo que decían en esos momentos el bajo pero fornido horario ni su súbdito el debilucho pero veloz minutero), fuí recién a comprender la verdadera relación entre el glóbulo rojo rebelde y mi sangre, pero antes de explicar tengo por seguro que usted se preguntará: "¿a qué se refiere este jóven con glóbulo rojo rebelde?", pues verá... ¿ha notado que en toda tripulación marítima, intercontinental o no, siempre hay un polizón?, pues en el caso de mi vital líquido no he logrado encontrarlo. "¿Pero qué tiene eso de malo?", puedo dar por cierto que usted se cuestionará - vaya, que ignorante. ¡no logra asimilar tan importante idea! - está bien, me tomaré el tiempo de responderle, todo sea para no quedar como loco, puesto que mi verdad es tan cierta como que en la Grecia Clásica fue este mismo glóbulo que no he podido encontrar en mi minúscula embarcación hemopática quién influyó en la sociabilidad del pueblo Ateniense predicando el Contrato Social de Rousseau.
Pero bueno, eso no es trascendente para los motivos de mi repentino descubrimiento. Como iba comentándoles, antes de que me hiciesen cambiar de tema, el efecto directo que causó el estallido del conflicto entre los países árabes con Israel fue una serie de confrontamientos bélicos que han sido infértilmente tratados por organismos internacionales como la JIDU (Junta Internacional de Damas con Uslero) y la ONU (Organización Nada Útil), aunque la participación de esta última se limitó a la compra de harina con polvos de hornear y la aprobación de la resolución 242.
Resulta claro entonces culpar a este rojizo dictador de arterias sanguíneas, ya sea por la pasión e instinto animalezco que despertó en ciertas personas que sus nombres prefiero dejar a vuestra perturbada conciencia, retuérzase nombrando al innombrable.
Entonces, supongo que ya sin siquiera terminar esta idea vosotros ya lograis comprender a lo que me refería, ¡pudieron darse cuenta de lo que en indeterminadas horas de la madrugada yo entendí!... ¡¡¡él es el asesino!!!

¡Algún día será encontrado y no dudaré en apelar a mi oculta pero descarriada locura para acabar con Él!, será difícil lo sé, ¿cómo voy a pelear con un rival que se encuentra con el status de Capitán de mi vida?, veneno, ¡veneno lo matará!... mientras tanto lo buscaré dentro de persona por persona; culpables e inocentes caerán por la culpa de este intrépido polizón; si perezco yo primero me despojaré de mi noble y sangrienta labor, pero a la vez morirán todos...

Atte. Glóbulo poco santo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

ANTHONY GREEN ES DIOS